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Cómo la montaña cambia tu forma de ver la vida

Publicado por Juan Diego en

Desde pequeño he vivido muchas experiencias, he realizado muchos deportes, en algunos me he centrado más en otros solo han sido pasajeros.

Pero de todo lo que he vivido hay una cosa que cada día me cambia mi forma de pensar. Ese es mi paso por las montañas, caminar, ascender o contemplar montañas es algo que me fascina, no se que tienen pero lo que me transmiten es una sensación de querer estar en ellas.

El hecho de encontrar algo que suponga un reto me lleva a querer una y otra vez ir a las montañas a caminarlas o escalarlas.

Lo que no me cabe duda es que cada vez que asciendo a un sitio nuevo o hago una ruta increíble me traigo algo de vuelta, una sensación indescriptible que me hace que quiera volver otra vez.

 

Mi primera experiencia de alta montaña

Recuerdo cuando ya me dio de manera seria por hacer montaña, antes era como cualquier otro dominguero que se iba a hacer una ruta de senderismo por un lugar súper frecuentado y siempre muy señalizado y que apenas sabía ni interpretar un mapa o una guía.

Como me sacases de la ruta habitual me acojonaba era como algo fuera de lo común y ya eso me ponía hasta nervioso.

Aunque de pequeño era  todo un aventurero parece que durante el transcurso de los años la sociedad y las comodidades nos hacen que caigamos en la zona de confort y empecemos a tener miedos a lo desconocido.

Cuando eres un crío no te asusta nada, por lo menos a mi, era como si me fuese a comer el mundo, no había bicho, roca o árbol capaz de dominar.

Pero a los veintitantos años estaba tan metido en la zona de confort de ciudad que ir a la montaña se tenía que convertir en algo seguro, mi paso por el mundo del bmx freestyle me habían hecho habituarme a estar siempre en una pista, que aunque las acrobacias y las ostias me sacaban de la zona de confort no era lo mismo, seguían montando en bmx en una pista de hormigón.

Pasados unos años me di cuenta que eso no me llevaba a ningún lugar y aunque lo había pasado genial viajando y compitiendo comprendí que no estaba viendo la esencia de este planeta y que todos los sueños que tuve de pequeño se me estaban olvidando.

Ya había empezado a escalar y a salir de mi antigua zona de confort, afrontar nuevos retos me estaba empezando a motivar, pero sabia que habia algo que queria hacer sobre todas las cosas, escalar montañas, sentirme todo un alpinista frente a un mastodonte de roca y hielo.

Me puse manos a la obra y empecé a buscar formaciones de montaña, como progresar en nieve, en montaña, ascender montañas, todo lo que se me pasaba por la cabeza.

No recuerdo la cantidad de cosas que busqué, hasta que di con un curso de montaña que casualmente cuando me presente lo impartía un amigo mío, aquel con el que compartía y me enseñaba todo sobre escalada.

La formación era sobre progresión en montaña, con dos clases teóricas en un fin de semana completo y otro fin de semana una ascensión al Mulhacén.

Ooohhh seria mi primera gran ascensión y encima subiría al techo de la Península, que fuerte, me sentía eufórico y un poco cagadete, pero saber que iba a estar acompañado por personas que conocían bien la montaña, la ruta y tenían esa experiencia que me transmitieron en la clase teórica me aliviaba bastante.

No conocía nada sobre esa montaña, a parte de la estación de esquí del lado norte del veleta y que era la más alta de la península ibérica. ¿Me sería imposible? ¿“moriría” en el intento? Quizás acabaría como esos de las películas en un barranco.

No tenía ni idea pero ya me había embarcado en el asunto y quería saber hasta dónde era capaz de llegar mi cuerpo.

Que aprendí durante mi ascensión a esa montaña

Ascender una montaña te hace ver las cosas de otro modo y aprendes cosas que no te enseñan en la escuela, es otro tipo de aprendizaje ya no solo aprender a cómo caminar con crampones, a usar un  piolet o a qué sistema de capas llevar para no pasar frío.

Lo que aprendes es más profundo, son otros valores, es un sentimiento con la montaña que cuando lo vives en ese estado es cuando te das cuenta de que te quieres dedicar a hacer eso el resto de tu vida.

 

Lo insignificante que te hace sentir

El ser humano es capaz de construir edificios muy altos, grandes ciudades en medio del desierto, puentes, aviones, helicópteros, lo que sea!!

Pero lo que ha construido la naturaleza es incomparable con cualquier cosa, levantar esas montañas con capas antiguas superpuestas sobre otras más nuevas y estar caminando ante tanta inmensidad te hace ver que por mucho que creemos, que levantemos, que modifiquemos, que contaminemos o  que destruyamos, la naturaleza es la que manda, la energía que mueve este planeta es mayor que cualquier ser humano,

Da igual el dinero que tengas o el que no tengas, tu nivel social o político, la montaña es más grande y ante ella y su poder no eres nadie.

Cuando te encuentras allí ante ella te hace sentir pequeño, muy pequeño, el ego se te cae por los suelos, todo en lo que creías que eras bueno y que molabas desaparece.

Es una sensación que hay que vivirla para sentirla, no puedes imaginarte así como así, hasta que no te ves en medio de un sistema montañoso de esas características rodeado de más montañas y nieve, pensando madre mía estoy en lo más alto de la península ibérica.

A partir de aquí te preguntas ¿Qué sentirán los grandes alpinistas cuando suben el K2, el Logse, el Everest o cualquier otra cima de esas dimensiones?

Puede que en un momento dado creas que la montaña te va a comer ya dejarte allí enterrado.

Está claro que en la montaña no somos nadie y que ella es la que manda, lo pequeño que te puedes llegar a sentir la primera vez es para vivirlo.

Compañerismo

En la montaña todo puede pasar y nunca sabes cuando vas a necesitar ayuda o simplemente alguien con quien hablar, lo que más me flipó cuando empecé a hacer montaña es la implicación a los demás que se siente, ese compañerismo de volcarse al máximo con el equipo y ser uno, de todos llegamos a la cima ya sea mas rapido o mas despacio, es increíble.

Da igual de que raza seas, país u origen, todos somos seres humanos que tenemos una pasión o un reto en común, quizás en ese momento es coronar un pico o terminar un trekking, pero si alguien necesita ayuda se le ofrece sin pensar en otra cosa, la montaña es dura y tiene sus propias leyes y el ego desaparece.

Es rara la vez que voy a la montaña y no me junto con alguien nuevo, la sensación de que todos somos amigos es insuperable.

Recuerdo años después ir con mi hermano en verano a colonizar de nuevo el Mulhacén y el Veleta, mi hermano creía que estaba preparado físicamente para este reto, pero para nuestro asombro no fue así.

Tubo dos veces problemas con la altitud causando vómitos a 3000 metros, estaba claro que era mi hermano y que no lo iba a dejar ahí tirado, la cuestión es que cuando casi pensaba que íbamos a tirar la toalla seguimos juntos ascendiendo y al final conseguimos conquistar esas cimas.

La satisfacción de llegar los dos a la cumbre después de la pasadá de andar que llevamos cargados con las mochilas llenas de todo para ser autosuficientes, fue indescriptible, casi se me saltaron las lágrimas.

Una de las cosas más satisfactorias es ayudar a un compañero a superar un obstáculo y llegar juntos a la cima.

Al igual aquella primera vez que ascendí al Mulhacén cuando llegamos al refugio, el cual estaba abarrotado de gente, ves como todos o la mayoria se ofrece a echarte una mano, me dejó bastante flipado, el mundo en el que venia la gente era muy egoista, solo se miraban su propio ombligo y ser mejor uno que otro.

Este nuevo cambio y sentimiento de compañerismo me invadió y sentí la necesidad de transmitirlo a su vez.

La experiencia me ha llevado a encontrarme con clientes en situaciones similares de que necesiten a un compañero que les apoye, más incluso que a un guia, porque quieren terminar esa ruta que les está costando horrores y sienten la necesidad de apoyarse en alguien.

El ver luego la satisfacción de haber conseguido terminar algo que creían que no serían capaces de hacer en la vida es sin duda muy gratificante.

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El poder de la mente

Está claro que estar en forma, tener un buen fondo físico, ser deportista habitual o ir bien entrenado a un trekking va  ayudar mucho, pero he visto personas sin buen fondo físico hacer rutas muy exigentes, al final lo que más cuenta es tener un hábito y mucha fuerza de voluntad.

La mente es uno de los factores que van a influir en el éxito de una ascensión, si eres una persona muy pesimista lo más probable es que te empieces a autosabotearte y te acabas rindiendo antes de lo que imaginabas.

Tener una mente fuerte luchadora y que sea capaz de seguir adelante va a hacer conseguir el éxito de una ascensión.

Salir de la zona de confort es complicado pero una vez que te habituas a estar saliendo de ella se hace más fácil exponerse a situaciones difíciles.

Cuantas más situaciones complicadas realizadas y resueltas, te hace darte cuenta de que solo son eso, momentos difíciles, que una vez que se pasan quedan en el pasado y has aprendido una nueva lección.

 

 

Recuerdo aquella primera ascensión al Mulhacén, lo hicimos en dos jornadas durmiendo en el refugio no guardado de la caldera, llegar hasta allí siendo la primera vez que me ponía unos crampones ya se me hizo una pesadilla.

Recuerdo quedarme el último en esa última subida cargado con una cuerda para hacer prácticas al día siguiente, el viento dándome en la cara, el latir de mi corazón y las respiraciones más profundas.

Cada paso allí en medio de la nada diciéndome una y otra vez: Que haces aquí, ya no hay vuelta atrás, eres tonto, jajaja, madre mia que locuras pasan por la cabeza.

Solo pensaba en llegar y en lo bien que iba a dormir.

Pero llegado a un punto me dije: Estás aquí porque quieres hacer esto, quieres hacer esto y muchas más y sabes que serán peores, así que vamos, sigue subiendo.

Mi mente fue capaz de combatir los pensamientos negativos que son tan fáciles de llegar, pero deshacerse de ellos es lo complicado, cuando tienes que luchar contra algo que está siendo un esfuerzo es todo un reto.

Lo fácil habría sido tirar la toalla y darme la vuelta para dormir en el refugio y así evitar todo eso, pero sabía que no quería hacer eso, el  motivo por el que estaba haciendo todo eso era mucho mayor.

Cuando llegué al refugio tuve una gran satisfacción, fue tal que se me olvido de golpe la dura subida que había pasado antes, todo ese rato malísimo que estaba pasando no había sido nada, solo eso un mal rato, despues se había pasado todo.

Además sabía que tendría que armarse de fuerza para afrontar la corta pero dura subida que nos esperaba al día siguiente.

 

Motivación personal

Ese esfuerzo, ganas y deseos de conquistar con mis nuevos amigos esa cumbre, me hicieron conseguir encontrar la suficiente motivación como para seguir caminado otro dia mas.

Cuando te aventuras a un viaje así, sin estar todo lo en forma que deberías tienes que buscar algo que te motive que te haga dar los pasos que te llevarán hasta tu destino.

Sabes que estás ahí porque quieres, nadie te ha obligado y sabes que estás buscando tu propia satisfacción personal, por eso tienes que hacer acopio de ello y sacar todo lo que tienes dentro, esa energía que te ha traído hasta allí.

No sirve de nada lamentarse, el saboteo mental solo lo empeorara, así que toca buscar algo que te motive, el verdadero sentir de por que estas allí, por lo que te has aventurado en todo esto.

Yo en mi caso sabía muy bien qué era lo que quería, ese sueño, ese propósito era más grande que escalar una montaña o conquistar el Mulhacén, iba mucho más allá de una sola montaña, de vivir una experiencia un fin de semana.

Lo que a mi me motivaba era que sabia que quería dedicarme a eso, sabia que tenia que quería salir de la zona de confort de pasar del trabajo a la casa y viceversa, que lo que me estaba llamando era vivir una vida de caminar por las montañas del mundo.

 

Motivacion en la montaña

 

En el pasado me había dado muchas hostias con la bmx y eso no iba a ser peor, solamente era falta de entrenamiento, tenía que hacerme a caminar largos recorridos con desniveles, el bmx es un deporte muy distinto, pasas 30 segundos con la bici a saco y para cada vez que quieres y sabes que cuando quieras te vas a casa, muy fácil.

Si quería dedicarme a caminar por montañas con gente tendría que afrontar eso y mucho más, de hecho quizás esto no sería nada para lo que me podría esperar en el futuro.

Cuando asciendes una montaña o haces un trekking sobre humano para ti, debes encontrar algo que te motive, algo más grande que lo que te ha llevado allí y captar toda esa energía y canalizar hacia el exterior

Ahora por ejemplo me motiva buscar retos, rutas que me cueste subir que me fatiguen y me agoten, parece irónico que lo que antes me saboteaba y decía que me diese la vuelta ahora me hace que siga y me anima  a buscar nuevos retos.

 

Satisfacción personal

Dicen que la cumbre es la mitad del camino, pero  la satisfacción que se tiene cuando has llegado a ella es sublime, a tu cuerpo le invaden las endorfinas después del esfuerzo, la satisfacción de haber llegado a esa cima que te parecía imposible es genial.

No solo los grandes alpinistas sientes esa euforia, los demás también la podemos sentir y es maravilloso.

Tan solo el hecho de que algo que ves imposible se haga realidad con esfuerzo, perseverancia y dedicación lo hacen especial.

No lo puedo comparar con nada, ni siquiera cuando hacía bmx y sacaba un truco nuevo, aquello era más egótico, para luego enseñárselo a los demás o hacerlo en una competición.

La montaña es muy distinto, aquí no le dices a los de  alrededor mira donde he llegado!!! por que ellos están allí también, en una cumbre lo que haces es compartir ese momento todos juntos , das la enhorabuena a los demás y ellos te la dan, es una satisfacción muy grande.

 

 

 

Aquella primera ascensión en invernal al Mulhacén fue un punto de inflexión, sabía que me quería dedicar a eso, llevar a gente a lugares increíbles y hacerles sentir ese mismo sentimiento que estaba teniendo allí mismo en ese momento.

A día de hoy de vez en cuando se apunta algún nuevo participante a un reto de esos que para ellos es imposible o que no se lo plantean hacer si no fuese porque van en un grupo o con alguien que los motive.

Después de todo el esfuerzo de la ascensión, la vuelta, una vez llegamos al final del recorrido les pregunto siempre lo mismo, ¿Cómo te sientes?, a lo que ellos me responden, hech@ polvo, pero les digo; no, ¿que como te sientes emocionalmente?,  en ese momento se ve una luz en sus ojos, una mueca, algo que les hace recordar el mal rato que habían pasado durante el trayecto pero que ahora están ahí, habiendo superado, después de todo el sacrificio se dan cuenta de que ha valido la pena el esfuerzo.

No va a haber nada que se les pueda resistir, quizás repitan o quizás no, pero una semilla ha quedado en su interior y es una gran satisfacción personal de saber que han podido coronar esta cima que se estaba resistiendo en su interior.

 

Después de una ascensión

Como todo en la vida todo son aprendizajes, y en la montaña se aprende mucho, ni cada persona es igual, ni cada montaña tampoco, eso ocurre también con cada ascensión o recorrido realizado que supone un gran esfuerzo.

Días después de una ascensión me paro a reflexionar sobre lo aprendido, de cada momento caminado junto a los compañeros, de los ratos de comida, si hemos tenido que dormir en un iglú o hacer un vivac de fortuna.

Cuando pasas esos momentos de estrés, les haces frente y los superas, al terminar te das cuenta de que solo eran eso, momentos, momentos en los que se pasa un mal trago, pero que tras ello, después de unos días hasta los echas de menos.

De todo se aprende y cuando aprendes a afrontar los momentos difíciles ya no son tan difíciles, solo son otro momento más en la vida, al final nos tenemos que quedar con lo bueno y lo malo transformarlo en experiencia.

Experiencias vividas

 

Todo lo malo que puedas vivir en una ascensión, en un trekking, recuerda que será experiencia que has vivido, vivencias que poder contar, desde el sofá de tu casa no vas a vivir esas sensaciones.

Te vas a convertir en otro mueble mas que ve pasa la vida a cámara rápida como si de una película se tratase.

Todo a tu alrededor corre, vuela se mueve y tu estas ahí parado viéndolo pasar, esperando a que algo milagroso ocurra para dar el paso y empezar a vivir las experiencias y los sueños que tenías cuando eras un niño de 10 años.

Pero sabes que no ocurrirá, sabes que tienes que dar el paso a hacerlo y a lo mejor necesitas a alguien que te motive a darlo, pero igualmente si no sales a buscarlo no lo vas a lograr.

Verás que cuando des ese paso, logres escalar esa montaña que siempre has querido y regreses a casa después de una aventura, entonces y solo entonces comenzaras a ver la vida de otra manera.

Esa es la manera que a mi me gusta ver la vida, como la misma palabra lo dice, llena de vida, así es como me siento después de una travesía, después de ascender una cima.

Reflexión de lo vivido

Ahora después de un tiempo haciendo montaña, guiando grupos, a personas, llevándolos a vivir sus sueños, ayudando a las personas a afrontar los nuevos retos que se han propuesto hacer, a salir de su zona de confort.

Ahora me doy cuenta de que cuando tomé la decisión de hacer ese curso de progresión en montaña, cuando me embarque a subir el techo de la península ibérica, el conseguir escalar esa montaña, en ese momento fue cuando realmente me di cuenta de que había hecho la mejor elección.

En vez de seguir quedándome en casa viendo por televisión o documentales como lo hacían los demás, pase de ser un consumidor de deportes de aventura televisiva  a ser un consumidor de aventuras en directo.

De hecho según fueron los años avanzando deje cada vez más de ver televisión, la apague y no la volví a encender.

Después de eso te das cuenta de la cantidad de cosa que se pueden hacer y del tiempo que estaba desperdiciando.

 

¿Y a ti, como te ha cambiado la montaña?

¿Qué experiencias has vivido y que has aprendido?

Cuéntamelo abajo en los comentarios

 

Un abrazo

Juan Diego Simón

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Categorías: Experiencias

Juan Diego

Soy Juan Diego Simón guía de montaña y creador de jdsimonguide.com, Cansado de la rutina diaria y de tener tan solo un mes de vacaciones al año, decidí tomar las riendas de mi vida y darle un giro, como apasionado de los deporte de riesgo y la montaña me titule como guía de montaña para poder vivir de lo que me apasiona, los viajes y las aventuras.  Ahora ayudo a personas a ampliar su zona de confort  a través de los viajes de trekking y la naturaleza, donde puedan conectar con las culturas de las montañas en países que no visitarían por su cuenta.

8 comentarios

Rachel · 19 junio, 2019 a las 1:03

Hola Juan, me ha encantado todo. Tu experiencia, como escribes y describes de forma tan clara. Es muy tarde, pero noera capaz de parar de leer. Totalmente enganchada…rsrs Nunca estuve muy cerca de una montaña, pero me parecen majestuosas, y tengo ganas de «estar» en ellas, aunque impongan mucho. No creo q tenga preparo físico p tanto. Máximo q hice fue camino de Santiago…rs Pero seria un bonito reto. Quien sabe un dia? Gracias por plantar esa semilla en mi. Un abrazo.

    Juan Diego · 20 junio, 2019 a las 12:07

    Hola Rachel.

    Muchas gracias por leer este articulo, es algo que tenia dentro y necesitaba contar y se que muchas personas sienten lo mismo.
    Hay muchas creencias limitantes en cuanto a lo que podemos hacer y lo que no, muchas de ellas están en nuestra mente a menos que tengas algo muy grave que te impida caminar, pero la mayoría se solucionan en muy poco tiempo porque son psicológicas y con ejercicio y motivación se van todas.

    Si necesitas un punto mas de motivación no dudes en escribirme por email, seguro que antes de lo que crees estás caminando conmigo por las montañas más hermosas del planeta.

    Un abrazo Rachel

Maria Jose · 16 junio, 2019 a las 21:44

Buenas Juan,
a mi la montaña me ha gustado desde siempre, y la verdad es que es lo mejor para mi cuando estoy con nerviosa, es mi terapia. Cuando vivía en Alicante, me hacia varias rutas cuando estaba con ansiedad, apagaba el movil ( se que no se debe, pero conocia la ruta con los ojos cerrados) y cuando acababa era una persona totalmente nueva. Hoy en dia en alemania tengo el movil encendido.
ME encanta como escribes, como describes tus sentimientos.
un abrazo!

    Juan Diego · 18 junio, 2019 a las 15:28

    Hola Maria Jose

    Gracias por compartirlo conmigo, la montaña genera muchas sensaciones, buenas o malas, pero lo mejor de todo es saber como hacer que se conviertan en experiencias positivas, sufrir no es malo, genera experiencias y aprendizajes, si yo no me hubiera lanzado a hacer esa ascensión ahora no seria quien soy, y a pesar de pasarlas algo putas me genero un gran aprendizaje.

      Maria Jose · 22 diciembre, 2019 a las 20:48

      Buenas Juan!
      Bueno ahora puedo contestar con mas experiencia aún.
      Después de haber vivido ese pedazo viaje al Mardi Himal contigo; puedo corroborar que exactamente uno se siente tal y como lo describes.

        Juan Diego · 28 diciembre, 2019 a las 20:39

        Buaaahhh y que lo digas, y más allí en Nepal, lo que vivimos fue increíble, es cierto que esas montañas y esa cultura tienen algo indescriptible.

        Sin duda esas sensaciones no las puedes vivir sin salir de tu zona de confort.

        Un abrazo Maria Jose

Ramón · 14 abril, 2019 a las 20:54

La verdad, es que me ha encantado tu reflexión acerca de lo que es la montaña. Yo me jubilé un mes de diciembre y retomé la montaña, hacía mucho tiempo que la había olvidado, por razones obvias de la dedicación al trabajo. Bien pues en junio siguiente me propuse ascender el Mulhacén y efectivamente, fue todo un reto personal, duro pero al llegar a la hornacina de la Virgen la satisfacción fue increible. Comparto plenamente contigo la emoción de ascender montañas. Yo modestamente me dedico casi todos los martes, con mi grupo, a subir las de nuestra provincia. Felicidades.

    Juan Diego · 14 abril, 2019 a las 23:30

    Hola Ramón

    Creo que a todo el que le gusta y siente la montaña de verdad habre sentido esas sensaciones, sobre todo cuando te dispones a afrontar lo que para uno puede ser un reto y termina superandose con la ayuda de los demas y el propio sacrificio.

    Muchas gracias por compartir tu experiencia y a seguir disfrutanto de las montañas, Por cierto ¿de que provincia eres?

    Un abrazo

    Juan Diego Simon

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